Cuando se compra una vivienda, por lo general, esta suele estar vacía, lista para ser decorada y amueblada, para que adquiera la personalidad y el gusto de sus nuevos propietarios. Llenar las habitaciones de muebles sin pensar no es una buena idea porque en ellas se va a pasar mucho tiempo. Estar a gusto en el hogar es una necesidad básica y para ellos debemos elegir una decoración que vaya con nosotros. Por suerte, hoy existen muchos estilos en interiorismo, para todos los gustos, y algunos combinan las tendencias más en boga.
Decoración minimalista
La archiconocida frase “menos es más” define a la perfección este estilo, que se ha convertido incluso en una filosofía de vida. El minimalismo invita a dejar solo lo esencial, pero eso no quiere decir que haya que descuidar la belleza. Habitaciones con pocos muebles, espacios diáfanos y la ornamentación justa para buscar ambientes serenos y cálidos. El color blanco o con tonos grises debe predominar, aunque para restar frialdad se pueden añadir elementos con madera. Es clave que haya buena luz natural en la casa, pues eso evitará el exceso de lámparas. Los espejos en las paredes ayudarán a esto y generarán sensación de profundidad.
Industrial
El estilo de decoración industrial es un derivado del minimalista, pero en los últimos años ha adquirido personalidad propia y rasgos distintivos respecto a su raíz. Esta tendencia surgió del Nueva York más vanguardista en los años 50 y la versión más extrema interpreta que una casa debe parecerse a una fábrica. Como mínimo, hay que decorar los espacios con maderas toscas, tuberías, paredes de ladrillo visto u hormigón… Otra opción es reciclar muebles y darles un aspecto envejecido o introducir elementos puramente industriales como mobiliaria: palés, taquillas metálicas, bobinas… Y por supuesto, si es posible, que los ventanales tengan una estructura metálica y siempre sin cortinas.
Japandi
El japandi nace como la unión del estilo japonés y el escandinavo. Al igual que el minimalismo, se huye de la ornamentación excesiva, pero son importantes las plantas, vistosas a poder ser. También se deben buscar zonas despejadas, que no haya elementos que obstaculicen el paso o que perturben las energías del hogar. Por eso es clave que los muebles no sean enormes y estén bien situados. La apuesta por lo natural debe ser clara con los elementos en madera y telas como el lino. La madera es, precisamente, una buena opción para alguna pared, aunque aquí el estilo permite más libertad, ya que se permiten los colores claros o los vivos.
Maximalista
Pese al dominio del minimalismo, no hay que desterrar los estilos ostentosos, eclécticos y algo excesivos, como el maximalista. “Más es más”, defienden los creyentes de esta tendencia del interiorismo. Por lo tanto, vía libre para los muebles grandes, los colores chillones y las paredes llenas. Posiblemente sea el estilo más indicado para los amantes del arte, ya que pueden crear sus propias galerías en los muros del hogar con cuadros y/o fotos. No se debe temer a lo extravagante ni a mezclar elementos en teoría incompatibles. Bienvenidas las lámparas de araña y los muebles recargados, también los papeles de pared que simulan tapices. Es un estilo libre, pero que debe hacerse con ojo para no cruzar los límites del mal gusto.
Clásico renovado o moderno
Encontrar el equilibrio entre lo clásico y lo moderno nunca fue fácil, tampoco en la decoración. El estilo clásico moderno o renovado se está abriendo paso durante los últimos años. El aspecto elegante y sofisticado de los muebles puede mezclar con los colores cálidos más propios del minimalismo o incluso con las paredes industriales, aunque estas tengan elementos tan tradicionales como las molduras. Las cenefas o el papel pintado también tienen cabida en este estilo. Los materiales predominantes son la madera noble y los elementos naturales, que pueden combinar con los de piedra y mármol tanto en paredes y suelo como en los muebles.